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La tierra, el sol, la luna y sus ritmos.

“La biodinámica es ante todo un vínculo con un sistema vivo, invisible pero real, que genera la diversidad”  

Nicolás Joly

Libro: El Vino del Cielo a la Tierra

Se acerca el Equinoccio del 20 de marzo y nos adentramos en el otoño, el sol cruza el plano del ecuador, saliendo exactamente por el punto cardinal Este y poniéndose exactamente por el punto cardinal Oeste siendo así el día y la noche de igual duración, 12 horas cada uno (equi = igual, noccio = noche) tanto como en el equinoccio de primavera. En los Equinoccios de otoño y primavera los polos norte y sur de la Tierra tienen la misma distancia respecto al Sol y por eso recibimos la misma cantidad de luz en ambos hemisferios.

El Sol comienza a descender, los días comienzan a tener menos minutos de luz (por eso se implementa el cambio de horario), los días se acortan y las noches se alargan, hasta llegar al Solsticio de Invierno donde presenciamos la noche más larga del año. Cada día amanece más tarde y atardece más temprano. Es la oscuridad la que cobra más presencia, este movimiento del sol produce un efecto de contracción si observamos la naturaleza.

Las fuerzas cósmicas en nuestro hemisferio se concentran ahora en las profundidades de la Tierra, la savia en las plantas desciende hacia las raíces, todo se transforma, se mueve y muere. Comienzan a descomponerse las hojas para formar una nueva tierra, los paisajes cambian, la temperatura comienza a descender. Las aves migran a lugares más cálidos, algunos animales recogen alimentos para pasar la temporada de invierno y se lentifica un poco el ritmo en las personas lo que nos invita a la introspección. Es el momento en que la Tierra inhala. Cosechamos los últimos cultivos de verano y comenzamos a pensar en las siembras de otoño-invierno y las próximas labores con la tierra.

Vemos que el movimiento de ascenso y descenso del Sol nos marca la entrada a una u otra estación, lo que se debe a que el eje de inclinación de la tierra no es vertical. Este mismo ritmo de ascenso y descenso, por su parte en la luna, puede observarse en el transcurso de un mes, exactamente cada 27,32 días lo que se conoce como ritmo trópico lunar, que no es lo mismo que las fases de la luna o ritmo sinódico, que marca las fases crecientes o decreciente, luna nueva, luna llena.  Si observamos estos ritmos orientaremos los trabajos de siembra, trasplante, abonado y demás.

Los días de calor y aceleración de los ritmos en nuestras huertas quedan atrás para adentrarnos en el otoño que nos invita a la reflexión y a pensar en nuestra huerta o en nuestra granja como un organismo vivo que late al ritmo de las estaciones y de quienes nos ocupamos de ella.  Es un momento ideal para plasmar una buena planificación de las nuevas semillas que queremos cultivar y de las acciones que tomaremos: aplicar preparados biodinámicos, sembrar algún abono verde, laborear la tierra.

Claudia Juarez

Área Comunicación Constelación.